LA IMAGEN ROTA

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Friday, November 30, 2012

VIAJE A OBLIVION
Por Sergio Giral
© Sergio Giral 2012
Sigo los pasos que dejan las huellas que me conducen a un simulacro de la actualidad. El movimiento y el gesto me aseguran y comprueban que se donde estoy y lo que hago ya ha sido hecho. Los detalles no interesan. Se aprecian en un instante una sola vez y después se olvidan. Solo los locos registran en notas apuradas los detalles del movimiento. El movimiento es una fuga de la contemplación. Me muevo por la necesidad de superar un espacio anterior. Anteriomente inmediato.  Sigo los pasos que dejan las huellas de ayer y que me conducen a un simulacro de la actualidad. Otras se interrumpe por causas ajenas que responde a la necesidad de otros de comprobar que la memoria se mantiene intacta. Salvar las distancias es cuestión de puntos de vista. El movimiento se produce en un conjunto de códigos y formulas acopiada durantes siglos y llevadas a la vida cotideana. Soy cotidiano. La tecnología es cotidiana a pesar del tiempo recorrido en su concepción. Las ciudades son extrañas, simulan nuevos gestos, alteran el movimiento, enmascaran el rostro y se pintan el cuerpo como los nativos de continentes perdidos, empeñadas en disitinguirse de las demás. En la ciudad el movimiento es necesario para mantener el recuerdo activo. A veces el movimiento se interrumpe por  la necesidad de superar un espacio anterior inmediato.  Lugares que una vez tuvieron sentido práctico, se les utilizó hasta la saciedad, hasta envejecerlas y poder reconstruirlas en la memoria. Objetos que integran un sistema de sobrevivencia, constantemente renovados por especialistas en el olvido. Escamoteadores del pasado. El espacio y el movimiento se comparten por la necesidad de vencer la distancia que nos separa de la soledad. Las distancias que nos separa de otras ciudades. Los actos y los gestos quedan grabados en la memoria o en los inventos del hombre desde los dias que inventó la rueda para eternizar el movimiento, para atestiguar los actos repetidos en el tiempo y  captar la imagen en movimiento: el cine. El cine es un fósil vivo y palpitante. Un invento del siglo atómico. El cine es la repetición constante del acto y el gesto. El ojo fijo y ajeno que nos permite reconocernos en otros. Figuras transparentes atrapadas en el celuloide, repitiendo los mismos movimientos, los mismo diálogos. Más allá del tiempo y el espacio. Eternamente jóvenes y bellos. La television es una forma de narcisismo electrónico. Un ojo doméstico y ajeno que nos mira y nos devuelve la imagen que somos, que queremos ser y nunca seremos.  La televisión nos permite abandonar la concentración en la imagen y dedicarnos a otros actos. Al regreso, la imagen continua exacta e invariable. La televisión es un plato de sopa servido al amanecer. Una foto es la mínima expresión de una imagen captada en el tiempo. La más abstracta y a la vez la más concreta forma de inmortalidad. La necesidad de trascender en actos repetidos que conservan intacta la memoria. Repetidos  continuamente con el fin de recibir el mismo mensaje anterior, que asegure donde estoy y porque he elegido ese lugar. Los dias transcurren y las temporadas cambian. Con ellas la gente comienza a comportarse de forma diferente. La gente cambia con mucha facilidad. Las alteraciones en el espacio provocan cambios en el movimiento. Una presencia nueva, extraña contradice los gestos y los actos anteriores y nos obligan a recurrir a la memoria. Reconstruir los hechos. Resulta difícil ser observado por uno mismo. Vigilar los gestos y los movimientos a lo largo del tiempo. Una opción es la imagen reflejada en el espejo que repite los mismo gestos. Los mismos movimientos. Una imagen parcial de la realidad en terminos de tiempo y espacio. El espejo es el mejor amigo del hombre. Nunca lo traiciona. El cine, la televisión y la fotografía son manipulables, de resultados equívocos. Los detalles no interesan. Se aprecian en un instante una sola vez y después se olvidan. Solo los locos registran en notas apuradas los detalles del movimiento.

Tuesday, November 27, 2012

NUEVO BLOG DE ROSA MARÍA PAYÁ ACEVEDO

DESDE LA HABANA por Rosa Mª Payá Acevedo 27 NOV 2012

Donde hay alma hay esperanza

“El pueblo no tiene porqué vivir una espera sin esperanza, porque sí son posibles los cambios y porque sí podemos hacer los caminos para realizarlos.” Oswaldo Payá Sardiñas

Vivo en un país con una tendencia patológica al desaliento. No es culpa de nadie en particular. Un régimen totalitario y 53 años de doctrina del odio sumen a las personas en un estado de decepción del cual todos somos víctimas y cómplices. Mas lo único absoluto en mi patria es el poder al que un grupo en vano se aferra desesperada y perversamente.
Estoy convencida, el mayor de los peligros para este régimen es la esperanza. Esa que nos conecta con el futuro y nos permite poner en tela de juicio la perpetuidad del orden de las cosas. Esa inquietud que no buscamos tener, la duda que nos sorprende y nos ilusiona, la que nos humaniza. Es una idea que asusta, asusta tanto que en mi pobre país muchos prefieren ignorarla y hasta renegar de ella, huir.
La esperanza. Mueve al compromiso, te obliga a participar, te coloca en el centro de la acción, es la posibilidad de controlar tu vida. Aquello por lo que se juega uno la vida, pues todos lo saben o lo intuyen, es una peripecia que, en mi tierra de hecho, puede matarnos.
En esta Isla poblada por nuestras almas, enfermas de miedo y de inmovilismo, pero almas al fin, puede ocurrirle a cualquiera. Tengas 20 o 70 años, seas miembro del partido comunista (único legal desde haces décadas) o estés tratando de salir del país. Una palabra, un gesto, una muerte, una vida, un evento, una historia, pueden hacerte despertar. He visto, por ejemplo, cómo la represión ejercida para silenciar provoca el efecto contrario. La injusticia se vuelve motivación de lucha en el corazón y la palabra del oprimido, y lo que es aun más subversivo: conmueve al otro que observaba de lejos y con la ventana entreabierta.
He encontrado razones para confiar, en los lugares más insospechados. En la chica que atravesó una ciudad con su bebé a cuestas para contar que su esposo estaba preso en casa, que los oficiales de la seguridad del estado le prohibían salir y que media ciudad de Bayamo estaba sitiada, mientras se juzgaba a puertas cerradas a un (ciudadano español) inocente, por la muerte de aquellos dos, que convirtieron el cambio y los derechos de todos en el objetivo de sus fatigas. Son mi padre Oswaldo Payá Sardiñas y mi amigo el joven líder del MCL Harold Cepero.
He hallado fuerzas en medio de la subvalorada pobreza de mi pueblo, hecho que el último huracán ha dejado evidenciado y extendido en el oriente del país, cuando aquel que ya no tiene nada que perder, descubre que puede ganarlo todo. No pretendo una frase perfecta, menos cuando se trata de la miseria de la gente.
En las sociedades sanas la esperanza puede relacionarse con la realidad a través de proyectos concretos que se lleven a cabo con la participación de muchos de sus miembros. En Cuba, también. Solo que la participación equilibrada no está garantizada, es más bien perseguida y pervertida por las autoridades, por lo que exige una cuota mayor de riesgo, sacrificio y voluntad. Cualquier acción espontánea es peligrosa, y más cuando está ordenada a la persecución de la democracia, cuando escapa de la masa y adquiere propiedades individuales o matices de solidaridad.
Ciertas acciones, sin embargo, son irremediablemente liberadoras. En los últimos tiempos he sido testigo de algunas, he visto cómo se multiplican y transforman la existencia de sus protagonistas. He vuelto a encontrar motivos para esperar lo bueno en el viejo campesino que lee el Proyecto Heredia (iniciativa ciudadana de cambio legal), se lo muestra a sus nietos y lo suscribe con letra torpe para exigir al Gobierno que la ley reconozca sus derechos. En el joven que toma sus pinturas de spray y recorre las madrugadas de La Habana embarrando los muros estatales con frases de libertad. En todos esos que no conocía, que también sufren y aún se acercan para decir: quiero ayudar.
Tal vez lo que aquí narro te toca demasiado lejos o te resulta prescindible. Más allá de las contradicciones y los puntos de vista, si te he contagiado algo de esa inquietud, vivas donde vivas y tengas la edad que tengas, para mí, es suficiente. Por ahora…

Post original http://zoevaldes.net/2012/11/27/rosa-maria-paya-estrena-blog-en-intereconomia/