LA IMAGEN ROTA

A BILINGUAL PAGE TO COLLECT AND DISCUSS COMMENTS ABOUT FILMS, THEATER AND ART AND SOME POLITICS. ENGLISH/SPANISH

Tuesday, September 9, 2014

The Cuban syndrome or what goes around comes around.

Por Sergio Giral
Toma 1:

El periodo de la república cubana trajo consigo una serie de atractivos emblemáticos que lo caracterizaron como uno de los períodos  más atractivos para el turismo internacional. Una capital llena de emociones caribeñas de rasgos europeizantes y  un África punzante. Los visitantes se movían seguros y divertidos por las calles de la ciudad en busca de sus preferidos platos existenciales, ya sea un bar americano, una barra criolla, un restaurant gourmet, una fonda de chinos, un puesto de fritas, una prostituta barata, una prostituta elegante, un guateque guajiro, un toque de santo o un puro cazador. Se compraban artículos de piel de cocodrilos en las tiendas de El Prado y el último grito de la moda francesa en El Encanto. Algunos viajaban al interior en busca de la paz campesina y los románticos paisajes de un valle, una cascada, un pueblo detenido en el tiempo y el espacio, montañas de aborígenes caribeños, playas exclusivas, playas púbicas, un pase de coca, un suspiro de marihuana o un simple saludable bienestar. La capital también albergaba celebridades literarias, hollywoodenses, pintores y toda la fauna del arte contemporáneo del momento.  Los centros nocturnos empequeñecían el recuerdo del cabaret alemán y se disputaban un espacio junto al Lido y al Moulin Rouge. Luces, colores, mujeres de carnes firmes y la música. La música es el talismán de la herencia cubana que permite romper los avatares más poderosos y convertirlos en aliados. Música que escapa de instrumentos mujer y tambor africano. Había más, los ciudadanos de la capital. Los ciudadanos de la capital llevaban con orgullo su distintivo personal, ya sea racial, económico o social. Los visitantes se movían en su espacio propio y casualmente eran interferidos por limosneros y prostitutas de a pie. Un pueblo que no veía en el visitante una ventaja, una solución, un respiro y un anhelo. Los ciudadanos se movían en su propio espacio y así los visitantes.

Toma 2:
Sucedió que cansados de sus visitantes el pueblo se enroló en una aventura xenofóbica y los arrojó del templo, los sustituyó por campesinos barbudos y militantes arribistas. Luego vinieron los otros, los de lejos, con un lenguaje nunca antes escuchado, costumbres nunca antes practicadas, olores nunca antes percibidos. Esos nuevos visitantes no encontraron un bar americano, una barra criolla, un restaurant gourmet, una fonda de chinos, un puesto de fritas, una prostituta barata, una prostituta elegante, un guateque guajiro, un toque de santo. No se compraron artículos de piel de cocodrilos en las tiendas de El Prado y el último grito de la moda francesa en El Encanto. No viajaban al interior en busca de la paz campesina y los románticos paisajes de un valle, una cascada, un pueblo detenido en el tiempo y el espacio, montañas de aborígenes caribeños, playas exclusivas, playas púbicas, un pase de coca, un suspiro de marihuana o un simple saludable bienestar. No acudían a centros nocturnos de luces, colores, mujeres de carnes firmes y la música. No lo encontraron ni lo buscaron porque no existían y también porque no lo conocían. Los descendientes de Raskolnikov y los Karamazovs se mantuvieron en ghettos  especiales donde comían sus platos tradicionales, bebían su alcohol tradicional, fumaban sus hierbas tradicionales y sobretodo no se juntaban con los ciudadanos de la capital. Otros llegaron de El Sur en una estampida huyendo del desprecio dictatorial para caer en otro desprecio dictatorial que los protegió, alimentó, albergó, privilegió sobre los ciudadanos. Un día todos se marcharon y la capital quedó derrumbada, agotada, incrédula, irreverente, violada, machucada por los visitantes.     

Toma 3:
Página en construcción.    

        

No comments: